Ya ha pasado un mes desde que naciste y los días y las noches se han convertido en una sucesión de leche y cambio de pañales. Poco sueño, mucho trabajo, nuevas rutinas a las que ya estoy acostumbrada y mucho, pero mucho amor para darte.
Tengo grabada a fuego en la memoria la primera imagen de mi hijo, aún manchado y escurridizo, sobre mi pecho, en su primer segundo de vida, conectado aún a mi cordón umbilical. Ese primer momento será siempre único, especial, nuestro.
Después llegaron más momentos especiales, como el del primer agarre al pecho, su primera sonrisa...Pero por más cosas que viva nada podrá superar ese instante de tiempo fugaz en el que mi hijo salió de mi interior y convirtió una cita a ciegas en el gran amor de mi vida.
Y es que por más recuerdos que atesorase en la memoria, ninguno podrá competir nunca con el momento en que mi hijo y yo nos presentamos el uno al otro por primera vez. Ese primer contacto físico, piel con piel, lo cambió todo.
Recuerdo el peso de su cuerpecito en posición fetal sobre mi pecho y de la increíble y sorprendente fuerza con la que su manita agarraba mi dedo índice como si fuera un ancla. Si cierro los ojos, aún puedo sentirla.
Le buscamos, le gestamos, le trajimos al mundo, le queremos y le cuidamos y protegemos, pero es una persona que se pertenece solo a sí misma y el día de mañana será un adulto independiente y único. Le enseñaremos o intentaremos enseñarle todo cuánto sabemos para que después él tome sus propias decisiones.
Mi vida hoy no es más plena por ser madre, ésa es tan sólo una de mis facetas como mujer y como persona. Cuidarles y protegerles no es algo digno de mérito, es algo instintivo. Mi vida hoy es más plena porque él está en ella, y así puedo vivir cada día la experiencia de amar incondicionalmente a otro ser humano.
Darle el pecho no me ha hecho sentirme más realizada, ni más mujer, sino afortunada. Me siento más realizada como persona porque mis hijos son felices y me hacen feliz a mi.
Vivir dos embarazos y dos partos no me han hecho sentir más completa. Me hace sentir más completa el amor que nos une.
En definitiva, mi mundo es más bonito porque mis hijos están en él.
Son las cosas invisibles las que han dado un nuevo sentido a mi vida. Las que no puedo explicar con palabras. Las que sólo se pueden sentir en el ámbito personal y privado de la esfera íntima e individual.
El número 4 trasciende su propia importancia: él convirtió nuestro mundo de 3 en una familia y hoy somos parte de algo más grande que nosotros mismos gracias a él.
Hijo mío, hoy cumples un mes de vida, un mes en el cual hemos aprendido cosas maravillosas, momentos únicos y llenos de felicidad.
Un mes en dónde iniciamos a caminar como una familia de 4 integrantes, una familia unida y feliz.
Hijos míos, siento como una necesidad de deciros que yo con vosotros soy más feliz de lo que en los libros dice que se puede.
Sois mi vida y os amo con locura!!❤❤
Gracias por hacerme inmensamente feliz!!
Siempre, Mamá.
Xisca Carbó en
Es racó de na Xisca
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