Esta tarde una tormenta
cerró de pronto los cielos.
El azul se volvió gris,
los blancos, a casi negros.
De pronto, todo un llorar
se abalanzó sobre el suelo.
El cielo, como un gran mar,
batía sus olas fiero.
El viento andaba furioso,
de esquina a esquina, en carrera,
arrastraba las mentiras
volviéndolas verdaderas.
¡Y se empapaban las almas
de todos los caminantes.
Y las rosas se cerraban,
y no cantaban las aves!
Las calles, un gran espejo
de farolas reflejadas.
Y los faros de los coches
caminos de luz dorada.
Un altavoz en las nubes,
dando gritos desgarrados,
rompió la sonoridad
de la lluvia haciendo barro.
Como en partida de bolos,
haciendo plenos jugando,
el tronar se hacía rey
de los ecos escuchados.
Los rayos, entre las nubes,
sobre lo oscuro guiñaban
dejando puntos de luz
sobre la tarde cerrada.
Se retiró la tormenta,
dejó de llorar el cielo,
volvió el azul de ese mar
que entre las nubes tenemos.
Los pájaros a volar,
las flores a oler de nuevo,
y la humedad de las almas
a secarla con los besos.
Es racó de na Xisca
Foto: Biel Ensenyat
(Mallorca)